LA BATALLA DE LOS CUERNOS.Pugna Curae Erunt Cornua.

peñaenamorados-Antequera
Se trata de un capitulo militar y desde luego peculiar en la historia de Antequera. Más que nada por como acontecieron los hechos y sobre todo por cómo se fraguo una estrategia singular, que me atrevería a señalar como” psicológica”, precursora de técnicas de guerra como la merma de la moral de combate y maniobras de distracción o aturdimiento que se utilizaron por los ejércitos desde entonces hasta nuestros días.
Este episodio transcurre en mayo del año 1424 a manos del Rodrigo de Narváez en uno de sus últimos actos heroicos en la defensa de Antequera ante los musulmanes pues se sabe que poco después moriría.
La batalla en cuestión pasaría a ser llamada como: La Batalla de la Matanza, La Batalla del Chaparral o la más popular conocida como La Batalla de los Cuernos. En base por orden de enumeración a las bajas humanas que causo, emplazamiento de la misma y estrategia.
Algún autor sitúa este hecho en el puerto de la boca del Asno, lugar donde se albergaban en asentamiento las tropas cristianas dispuestas al asedio a la ciudad. Otros sitúan la batalla a los pies de la Peña de los Enamorados, lugar fronterizo con el frente Musulmán de la Plaza de Archidona. Zona donde según se cuenta se podían encontrar vestigios de la batalla como: espuelas, puntas de flechas, lanzas y otros restos.
Todo comienza con la noticia de que el general Helin Zulema, por orden del Mandatario Granadino Muhammad, conforma y se hace con el mando de un ejército como Horda de ataque fiero y destructor que se componía de 1500 jinetes y 4000 infantes hacia las plazas cristianas de Écija, Osuna y Estepa. Estas fueron saqueadas y exterminadas sin piedad toda vez que robado a sus gentes, tomando todas sus pertenencias y cabezas de ganado que encontraban a su paso.
Rodrigo de Narváez es avisado por un capitán que fuera apresado y después lograría escapar del ejercito de Zulema refugiándose en Antequera. Noticias que fueron refrendadas por distintos espías ubicados en la Vega y el mensaje del alcaide de Estepa que le ofrecía su apoyo de algunas tropas Aliadas Estepeñas.
Todo hacía presagiar una tragedia para Antequera pues casi no había tiempo para preparar una defensa contra esta amenaza. A Rodrigo de Narváez se le insta a abandonar huyendo la plaza de Antequera desplazando gentío, animales y pertenencias, pues el capitán de las hordas árabes sujeto a ira, tenía órdenes de arrasar Antequera a toda costa.
Narváez rechaza esta opción con coraje y determinación, así que manda ordenar una guarnición de 150 jinetes con 300 infantes apostados y escondidos en los huecos rocosos de La peña. Narváez era conocedor de la diferencia en número de efectivos era notable. Así que aprovecho la disposición en la formación de avance del ejercito de Zulema que tras arrasar otras localidades hizo formar a los animales (ganado variopinto, yeguada y vacuno) así como todos los prisioneros cristianos esclavos martirizados en la avanzadilla, no se sabe si para preparar algún escudo humano o jactarse de su acción devastadora.
Para ello Narváez en la media noche parte con su guarnición hasta la zona del chaparral para no ser descubierto por los árabes, zona que se encontraba a menos de una legua de Antequera y según las crónicas se conforma una línea ofensiva casi invisible en la angostura del paso de la Peña. Es allí cuando ordena a sus hombres encender grandes lumbres añadiéndoles todo tipo de restos animales que pudiesen hacer mucho humo y sobre todo un olor nauseabundo. Quemándose cascos, cuernos, pieles, cueros y pelaje.
El olor era tan fuerte que las reses y ganado de la vanguardia de Zulema se encabrita, se revuelve y se produce una gran estampida que hace que se produzca un gran caos en la formación de avance donde el ejército tiene que intentar restablecer el orden tras de la estampida que los acomete y los desordena por completo. Es en ese momento cuando entre tanta confusión Narváez manda distintas oleadas de ataques de caballería contra los árabes que caen con bastante facilidad entre brumas, humo, mal olor y casi no saber que les estaba atacando.
Tal Mortandad dicen las crónicas que alcanza Narváez en las filas de los árabes que estos tienen que huir despavoridos por su propio pie hacia Archidona hasta donde son perseguidos sin descanso.


                                                                                                                                                                                                                                Poetica de la frontera andaluza

                                                                                     (Antequera -1424)

 Escrito por Francisco López Estrada
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